lunes, 17 de octubre de 2016

¡TONTORRATÓN QUIEN LLEGUE EL ÚLTIMO!

   Una tranquila mañana de marzo, estaba sentado Geronimo Stilton en su oficina de la calle del Tortellini, trece. Entró en la habitación Quesita Kashmir, su jefa de redacción, que le preguntó que si estaba tranquilo y él le dijo que sí, pero al rato se oyó un ruido. Era Tea con su moto, que apareció en su oficina, le pisó la cola y el pie, hizo el caballito y aparcó su moto en su escritorio.

    A Geronimo no le hizo mucha gracia, pero lo que más le interesó, fue que quería  saber la buena noticia que tenía Tea para él. Era que había vuelto de un campamento de paracaidismo, y que decía su mejor amiga (la campeona mundial de paracaidismo), que saludos de ella. Tambien quería decirle que Hiena le quería decir una cosa. Corriendo le llamó para saber lo que era, y le dijo que fuera al Aeropuerto Internacional de Ratonia, dentro de exactamente una hora, solo y con los ojos vendados. Él se extrañó pero de repente colgó.

   Geronimo hizo exactamente lo que le dijo. Al llegar, alguien, le llamó por detrás suya. Él  dio un salto para atrás. Una escoba le golpeó en los morros, se chocó con una escalera y se le cayó un cubo de agua en la cabeza. Hiena le arrastró hacia una dirección desconocida y le metió  dos dedos en las orejas. Geronimo no entendía lo que le estaba pasando y, de repente, le metieron en un avión a punto de despegar. Como siempre, empezó a chillar y a decir que se quería bajar, pero ya era demasiado tarde.

    Al terminar el vuelo, Hiena le metió en un todoterreno y empezó a conducir. Cuando llegó a su destino, le quitó la venda de los ojos y apareció en el desierto del Sáhara. El primer día tuvieron que recorrer veinticuatro kilómetros, y a los diez kilómetros, Geronimo ya iba casi muerto. Al llegar a la meta, se tropezó en una boñiga de estiércol de dromedario. Al llegar a su tienda de campaña, que la compartía con Hiena, se fue a duchar para quitarse el mal olor. El único problema fue que llegó el último y que, justo cuando se iba a quitar el jabón del cuerpo, se acabó el agua, pero hubo una solución, porque todas las chicas de esa carrera de los cien kilómetros, le echaron el agua de sus cantimploras que les había sobrado ese día.

   El segundo día tuvieron que recorrer veinticinco kilómetros por el día, más diez kilómetros de etapa nocturna. Ese mismo día, conoció a unos maratonianos que también participaban en esa carrera. Al rato, se pusieron todos en la meta preparados para que el árbitro anunciara cuándo salían. Lo anunció y todos los maratonianos empezaron a correr. Por el camino, Hiena y Geronimo, se encontraron con tres pastores bereberes que les ayudaron a huir de aquel viento seco y cruel que les hacía perderse. Al rato, se despidieron  de aquellos pastores bereberes porque vieron la meta a lo lejos. Llegaron, y se fueron a comer. Cuando terminaron, empezaron los diez kilómetros nocturnos. Terminaron y se fueron a dormir, y cómo no, como Hiena era muy bromista, le metió a Geronimo en su saco una serpiente de mentira. Él se lo creyó y empezó a gritar y a pegarle a Hiena.

   El tercer día, anduvieron la etapa más larga de treinta y cinco kilómetros. Cuando llevaban la mitad o menos, se perdieron, y le dijo Hiena a Geronimo que se guiara por el sol. Eso fue lo que hicieron, y por el camino, se encontraron con la flor del desierto. Hiena se guardó una porque era para su amada Tea, que estaba locamente enamorado de ella. A ellos se les hicieron los cuarenta y cinco kilómetros eternos, y sobre todo, a Geronimo. Cayó la noche y se fueron a dormir.


   Al día siguiente hicieron los veintiséis kilómetros. A Hiena le picó un serpiente venenosa, se desmayó y Geronimo, con todo su corazón, echó a Hiena a sus hombros y se lo llevó a la meta.............


Tuvo una experiencia horrible. Fue una total locura y la peor de todas para Geronimo. Se le hicieron interminables esos cuatro días, pero se convirtió en un éxito porque, en vez de ser un ratón muy miedoso, se convirtió en un superratón.  ¿A que no te imaginas quién ganó?

   Pues ya sabes, coge este mismo libro y a.................................¡LEER!

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